- Yo fui criado en el campo (en el fundo El Oliveto, en Talagante) y uno tiene una manera de pensar que es la del huaso. De hablar como en el campo, hasta el día de hoy me dicen que hablo como huaso, porque parece que eso significa no ser intelectual ni serio. Entonces, bueno, de repente digo cosas que producen escándalo como que los chilenos tienen culto a lo feo, y eso no lo inventé yo, lo dijo un escritor bastante años atrás, porque yo leo, ah, y de repente salen estas frases y me retan. Pero si la gente fuera más culta, diría ¡Ah!, este tipo ocupó una frase de fulano de tal.
Va a tener que citarlos.
- No, eso sí que es una falta de respeto, creer que son incultos y dar lecciones, más pesado todavía.
Para el deslenguado artista–arquitecto, los chilenos tenemos mentalidad de insulares: "Chile funciona como una isla y una isla jodida porque tenemos todo lo peor del mundo, hay temblores, una cordillera agobiante y un mar más agobiante todavía porque nunca ves un barco, te puedes sentar en una orillita a ver la puesta de sol y no se ve nada". De los franceses, con quienes ha vivido por más de cuarenta años, ha aprendido la maña de reclamar: "Son gruñones por principio, individualistas totales, ese tipo de cosas. Además, dicen las cosas de frente. Yo me río cuando un chileno me dice "nos estamos viendo, ah". Y sé que no lo voy a ver en tres años".
Después de aprender "disciplina" en la Escuela Naval, quiso seguir Medicina y Arquitectura. Estudió por un año las dos carreras en la Universidad Católica y al siguiente optó por los planos porque mirando cientos de cirugías sospechó que no tenía suficiente habilidad para operar. "Estudié Arquitectura en la mejor escuela chilena, que a mi juicio duró como 15 años. Nuestros profesores tenían una formación impecable y el pensamiento de la Bauhaus; comparada con la Católica de Valparaíso, que postulaba la imaginación, la invención total, aquí no, era técnico imaginativo, de construir. En ese período estuvo mi suegro –Emile Duhart– que era totalmente lecorbusiano, había otros más eclécticos.
Ya titulado, tenía una beca para ir a Harvard. "Partía a Estados Unidos, pero me casé. ¿Y quién manda? ¡La mujer! –se ríe–. En la casa de ella se hablaba francés. Entonces ¡vámonos a Francia!, yo aprendo una lengua nueva, una cultura nueva, además parece que venimos de Europa, ¡entonces mejol!- explica Borja, sobre su partida a París con Michelle Duhart, "el gobierno", como la llama. Ella tenía 19, él seis más, y en camino venía su hija Claudia.
¿Muy difícil el primer tiempo?
- ¡Terrible! Duro, duro, duro. Por el idioma, por no tener plata, ¡duro, eh!, bien duro.
A los siete años de estar en París, Francisco de Borja García–Huidobro Severín se sacó el Francisco y el García, y pasó a ser Borja Huidobro, para no enredar las presentaciones con su nombre latino compuesto. Además estrenó socios. Lo que no cambió fue su ritmo vertiginoso; trabajaba 15 horas por día durante meses, "y después ¿qué hacemos? quedaba en ascuas. Siempre iba saliendo algo, pero estás todo el tiempo en el estrés".
¿Y cuándo siente que ya está consolidado?
- Cuando puedes decir que tienes trabajo durante mínimo dos años. Eso empezó cuando cumplí 43, 44 años, me gané proyectos gigantescos, pasas a otro nivel- . Se refiere a las obras que diseñó en los ochenta junto a Paul Chemetov: la embajada gala en Nueva Delhi, el Ministerio de Finanzas, la restauración del Museo de Historia Natural, en París.
Decía en una entrevista que ahora está en la etapa deportiva.
- Ah, claro, lo que pasa es que hay de repente rachas, y hay mucho concurso allá, y te presentas a todo, la Filarmónica de París o el Palacio de Justicia, da lo mismo. Hay una serie de temáticas totalmente distintas y como haz hecho de todo te presentas a todo. Me ha tocado ser seleccionado en temas "esportivos", un estadio para veinte mil personas, un gimnasio que se transforma en teatro. Tengo mis socios allá, igual que acá. Allá son A5, y acá son A4. Yo soy el neutrón libre- , se ríe.
¿Cómo se origina la fórmula A4 Arquitectos + Huidobro?
- Para abreviar la cosa, ellos (Sebastián di Girolamo, Germán Zegers y Cristián Valdivieso) me invitaron a hacer un proyecto hace diez años. Y los promotores empezaron a encargar otro y otro edificio. Ha sido una buena manera de volver a Chile, porque sino, ¿qué? Tú vives en Europa, el mundo es vasto y entretenido. Y como eres curioso de la vida, vas para todas partes. Entonces lo que te hace volver a Chile es tener trabajo, porque sino, quizás, no hubiera vuelto nunca.
Muchas de sus obras que hay en el barrio El Golf se levantaron sobre...
- Fundaciones sólidas...
Claro, pero en terrenos que antes ocupaban casas preciosas. La modernidad arrasa...
- No, na' que ver. No es la modernidad la que arrasa. La mutación de una ciudad existe, va cambiando. No es una cuestión por el placer de botar las casas, sino que se crean nuevos centros con respecto al casco histórico. Quien decreta que una casa se pueda tirar abajo es el plano de urbanismo no los arquitectos. Ahora, lo que no se hace en Chile, efectivamente, es distinguir o proteger algo que se pueda considerar patrimonio, porque el patrimonio chileno precolonial se destruyó completamente, quedan algunos ejemplos por ahí como San Francisco, la Casa Colorada, Lo Fontecilla, Lo Contador, pero la mayoría se cayó con los terremotos.
Borja Huidobro funciona como arquitecto cuatro días y medio, y como pintor el fin de semana, en su casa campestre de Fontainebleau, a una hora de París. "Esa es mi actividad allá, así como otros cortan el pasto".
Una necesidad innata. Y sus temas o más bien las excusas que sostiene para enfrentarse a la tela, las rescata de la historia. Ha retratado La gesta de Ulises, los caballeros de las cruzadas y ahora algunos mitos y leyendas de Chile, imaginando personajes tras leer un libro de Oreste Plath sobre el tema. "Fue como volver a algo vivo de Chile, que es parte de nuestra identidad, de nuestro imaginario. Hoy día sabemos científicamente que estas historias no son ciertas, pero antes, para los pueblos originarios, siempre había un dios detrás de los fenómenos de la naturaleza, uno pillo, uno bueno, qué sé yo. ¿Tú hablas mapuche?
No.
- ¡Qué pena! Bueno, también, pinté la Virgen de La Tirana: está el diablito, la virgen, los tipos con los tambores, ¡tará tatá tatá ta!...está todo. ¿Al Cristo de Mayo, lo conoces? Era uno que tenía La Quintrala, en Talagante. Hubo un terremoto, se cayó la iglesia entera salvo el palo en el que estaba el Cristo y al Cristo se le cayó la corona al cogote y quedó mirando así, enojado. La Quintrala se lo regaló a los agustinos- , explica mientras muestra su interpretación pictórica del personaje.
No se le nota enojado...
- ¿Cómo que no? ¡Está furia!, ¡furia!, ¡rojo!- , reclama serio, y después se ríe.
Si pone en la balanza, ¿qué le apasiona más: ser arquitecto o pintor?
- La ventaja del pintor sobre el arquitecto, es que estás solito nomás, tienes una tela en blanco que te dice: ya, ¡hazme algo! Las obras de arquitectura tienen un concurso, un programa, un terreno, luz, orientación, pendientes, vecinos, la ciudad, ¡un millón de cosas!, en cambio la tela no tiene más que sus cuatro costados- . Batalla con acrílicos y pinceles, aunque reconoce "me demoro bastante, me cuesta, yo me la puedo apenas no más". Borja mira, sonríe.
"No puedo ver ruinas sin que las piedras me hablen, entonces voy, indago, y me entero de que el desgraciado que se apoyó aquí se tuvo que ir porque le robó la mujer al rey. Me gusta ese tipo de datos".
"No sé si mi trabajo es americanista. En todo caso no me corresponden a mí esas consideraciones. Aunque los colores que uso yo no los llevan en la calle en Europa, podrían ser del altiplano".
"Algunos mitos y leyendas de Chile", es la segunda muestra totalmente individual del artista en Chile. El 2001 expuso en Santiago, en la galería Isabel Aninat, con Claudia, su única hija.
Su hija Claudia, artista y ex modelo, estuvo casada con Ratmuncho Matta, hijo de Roberto. "Cuando lo vi pintar me impresioné tanto, que dije: "Yo voy a ser igual". Pero na' que ver. Matta tenía una técnica salvaje".
"Volver a Chile es una pregunta que no me hago... Cuando estoy allá, estoy allá, cuando estoy acá, estoy acá, para qué voy a tener que escoger", plantea el artista de 71 años. |